PREPARARSE HOY PARA REDUCIR RIESGOS MAÑANA
Perú se encuentra en una de las zonas sísmicas más activas del planeta. La convergencia de las placas de Nazca y Sudamericana hace que los sismos de gran magnitud no sean una posibilidad remota, sino un escenario recurrente en nuestra historia. El Instituto Geofísico del Perú (IGP) ha reiterado que el país debe asumir una cultura de prevención permanente, entendiendo que los terremotos no se pueden predecir, pero sí mitigar sus consecuencias.
La preparación comienza en casa, por lo que los especialistas del Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI) recomiendan los siguientes pasos simples que pueden marcar la diferencia en las primeras horas tras un sismo severo:
- Identificar zonas seguras dentro de la vivienda
- Asegurar muebles pesados
- Revisar periódicamente las instalaciones eléctricas y de gas
- Contar con una mochila de emergencia que incluya agua, alimentos no perecibles, linterna, radio, botiquín y documentos importantes.
- Organizarse en familia: tener un plan de evacuación, acordar puntos de encuentro y asignar responsabilidades —especialmente si hay niños, adultos mayores o personas con discapacidad— reduce el caos y mejora la capacidad de respuesta.
Por otro lado, más allá de la preparación física y emocional, existe un componente económico que suele pasarse por alto: la protección del patrimonio. Un sismo de alta magnitud puede generar daños estructurales severos o la pérdida total de una vivienda, y evaluar, en la medida de lo posible, la contratación de un seguro inmobiliario puede ayudar a las familias a enfrentar la reconstrucción o reparación sin que ello signifique un colapso financiero.
Según la Asociación Peruana de Empresas de Seguros (APESEG), la penetración de seguros para viviendas en el país aún es baja, pese a la alta exposición al riesgo sísmico. Informarse sobre coberturas, exclusiones y costos permite tomar decisiones responsables y acordes a cada realidad familiar, entendiendo que no se trata de eliminar el riesgo, sino de gestionarlo.
La preparación ante sismos es una responsabilidad compartida entre el Estado, las instituciones y los ciudadanos. Adoptar hábitos preventivos, informarse a través de fuentes confiables como el IGP, INDECI y APESEG, y considerar herramientas de protección financiera son pasos concretos para enfrentar un evento inevitable con mayor resiliencia.
Estar preparados no evita el sismo, pero sí puede salvar vidas y proteger lo que tanto costó construir.
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